Wednesday, December 09, 2009

"Estambul me regaló una novela"JON ARRETXE Escritor

Shahmarán es un ser mitológico procedente del Asia central, medio reptil, medio mujer, con dos cabezas, que simboliza la fertilidad y la sabiduría. Shahmarán (Erein) es también el título elegido por el escritor Jon Arretxe para una novela negra que publica simultáneamente en euskera y castellano.

Pregunta. Es usted viajero y escritor.

Respuesta. No me defino, pero viajo y escribo. Empecé a escribir para recoger las experiencias que había recogido después de viajar durante diez años por la Amazonía, por países africanos o por Asia. Los primeros libros fueron literatura de viajes: crónica cuando el viaje era suficientemente interesante o ficción basada en esos viajes.

P. ¿Por qué dio el paso a la literatura de género negro?

R. Porque me apetecía, sin más. Siempre me ha gustado la literatura negra, los clásicos americanos como Dashiell Hammett o Chester Himes, y los nuevos como Mankell o Donna Leon. La novela y el cine negro siempre me han atraído.

P. Pero empezó introduciendo el componente del humor.

R. Sí, escribí un par de parodias de novela negra. Con la estructura del género, pero con un toque de absurdo.

P. En el salto a la novela negra parece que no rompe del todo con su afición a los viajes.

R. Sí, he aprovechado el poso de escritor de viajes. En los tres últimos libros el lugar donde transcurría la historia no ha sido un encuadre casual. Morto vivace (2007) se sitúa en París. Fatum (2008), en Lisboa. La ciudad es el personaje principal. Y ahora Shahmarán, que transcurre en Estambul y Munich, con continuas referencias al Kurdistán.

P. ¿Qué encuentra de literario en Estambul? Le dedica mucha atención en la novela.

R. Todo, todo. Lo que ves, lo que oyes, lo que hueles al salir a la calle. La ciudad va mostrando personajes, te ofrece las historias. El vendedor de sanguijuelas de la novela existe. Estambul me regaló una novela. Y luego aproveché lo que conocía del Kurdistán y de Munich. Me gusta ver la vida real de las ciudades y plasmarlo en la novela, no inventarlo. Me siento más cómodo cuando escribo de sitios que conozco bien. Me voy allí y escribo parte de la novela en el mismo escenario en el que se desarrolla la historia.

P. De Munich no muestra la cara de la gran capital de Baviera.

R. No, no aparecen las cerveceras o los museos. No son los escenarios donde se mueven los emigrantes turcos pobres. Es el contraste entre una madre que mantiene vivo el orgullo de su origen kurdo y los hijos que se preocupan por sobrevivir. Uno de ellos, matando por encargo.

P. La xenofobia aparece claramente en la historia

R. Sí, un poco de crítica social es una característica de la novela negra. El rechazo a los turcos es claro en Alemania, y en época de crisis más todavía.

P. ¿Por qué cree que está de moda la novela negra?

R. No tengo ni idea. No sabía ni que estaba de moda cuando empecé a hacerlo. Lo mismo me pasó cuando empecé a escribir de viajes.

P. Escribe siempre en euskera. ¿Por qué deja la traducción al castellano en manos de otra persona?

R. Mi primer libro lo traduje yo. Pensaba que estaba impecable y cuando lo leyeron otras personas les daba la risa. No nos damos cuenta de los vasquismos que utilizamos. Es mejor dejarlo en manos de profesionales que lo van a hacer mejor.

P. Pero este libro aparece simultáneamente en euskera y castellano.

R. Sí, la tirada es un poco mayor en euskera. El público euskaldun ya me conoce


Tuesday, April 14, 2009

Los balnearios del Detroit turco Bursa. Cabeza de la ruta de la seda

Es paradójico. Los automóviles se han convertido en su alimento. Bursa subsiste gracias a las inmensas factorías de multinacionales como Fiat, Renault, Peugeot, Honda, Hyundai, Ford y Toyota. Pero la ciudad de los coches, la cuarta más importante de Turquía, los odia. Quiere desterrarlos de sus calles para convertirse en un foco turístico que compita con el exotismo de Estambul. Sus credenciales: las aguas termales que fluyen por sus cimientos, las inmensas pistas de esquí que parten desde la montaña Uludag... Y la Historia, ésa que la convirtió en la primera capital del imperio otomano en el siglo XIV -aún conserva los mauseleos de los dos primeros sultanes- y que le erigió en núcleo fundamental en el comercio de la seda. «Nuestro principal problema es el tráfico, que genera mucha contaminación. Por eso queremos limitar el movimiento de coches y acabar con la polución», expresa Sahabettin Harput, gobernador de este enclave situado en el noroeste de la república.
Resulta, en efecto, un tanto agobiante el impacto que recibe el visitante al desembarcar en una ciudad que lucha por convertirse en sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018. Los vehículos circulan con dificultad -por decirlo de alguna manera- por un lugar de estrechas calles, aunque acogedoras, atestadas de escaparates en los que golpean a la vista la gran cantidad de vestidos de novia y prendas de llamativos colores. A su lado compite el penetrante olor de las cafeterías y las pastelerías, con tentadoras pastas de té y las suculentas castañas escarchadas típicas de la zona, irresistibles para los golosos.
Roscos patrióticos
Es difícil no toparse con vendedores ambulantes que ofrecen roscos de sésamo con banderas turcas -la exaltación nacionalista es máxima- o con uno de sus múltiples restaurantes kebabs, donde venden el bocadillo del mundo árabe. Eso sí, con pan de pita. Pero en esta región hay que probar el 'iskender kebap', con finas tiras de carne de cordero y salsa de tomate. El visitante siempre encontrará uno; da igual que se mueva por la ciudad nueva o por la fortificada urbe antigua.
Y es que hay dos Bursas. La parte amurallada deslumbra en lo alto de una colina desde la que se descubre toda la ciudad. Se asientan los mauseleos de los dos primeros sultantes del imperio otomano, dos pequeños recintos en el que se conservan sus restos y el de su corte. También el castillo y la imponente torre del reloj, de 33 metros de altura y con 89 escalones de madera, llaman la atención en esta especie de parque por el que pasean los adolescentes con sus uniformes escolares propios de las universidades americanas.
En el resto del municipio se mezclan el pasado y el presente. Delante, por ejemplo, del mercado de la seda Koza Han (1491) y de la Gran Mezquita Ulu Camii (finales del siglo XIV) han plantado un McDonalds. Efectos de la globalización actual. Porque hubo otra. Esa época en la que esta ciudad crecía como uno de los principales centros de la Ruta de la Seda, ubicada en su extremo más occidental. «Éste era el centro mundial del comercio. Venían mercaderes de todas partes», proclama el guía local Nihat Tinik.
Conservado a la perfección, este recinto, de dos plantas cuadradas y con una especie de patio interior en el que se construyó una pequeña mezquita para que los comerciantes árabes oraran, guarda el atractivo de aquellos tiempos. Ahora no hay puestos, sino tiendas en las que se puede comprar todo tipo de prendas de seda: corbatas, pañuelos, camisas... Con una amable sonrisa, los comerciantes suelen ofrecer té (o café, siempre sin leche) y pastas al visitante, una proposición que se magnifica cuando se cierra una transacción. Entonces, idolatran al comprador como hicieron con la reina de Inglaterra cuando les visitó en octubre. Momento histórico que reflejan las fotografías que compiten con el colorido de los atractivos escaparates.
La Gran Mezquita, en la misma explanada, vigila el mercado. Es otro mundo. Un lugar de recogimiento. A las doce, una de las cinco horas de rezo, una multitud -la mayoría hombres, aunque este recinto posee una zona reservada para mujeres- se aproxima a la mayor mezquita de Bursa, con capacidad para dos mil personas y muestra de las primeras construcciones otomanas. Su gran aforo provocó que en el centro del recinto -formado por veinte cúpulas- se habilitara una fuente para purificar el ambiente y evitar una sensación de ahogo y pesadez en el aire (se consigue a medias). Cuenta la leyenda que el sonido del agua es uno de los preferidos en el islam. Hay otros dos: el del dinero y el de las mujeres.
Nieve y baños termales
Éste es sólo uno de los múltiples centros de oración que salpican cualquier ciudad del mundo árabe. Todas se distinguen por sus minaretes, desde donde se llama a los fieles. Y en la parte antigua de Bursa también luce la Mezquita Verde, que quedó inacabada por los problemas económicos que padeció el sultán Mehmet I en el siglo XV. En su interior aún se pueden ver las marcas que dejó el terremoto que destruyó parte de la ciudad en 1855. Su nombre se debe a su color, una tonalidad predilecta en el mundo musulmán y que deslumbra en los bosques que rodean la ciudad. El verde inunda las montañas que rodean este enclave, como el parque nacional del monte Uludag, candidata a acoger los Juegos de Invierno de 2018,o el color de su equipo de fútbol -con un estadio que parece una plaza de toros, redondo, y con una decena de tiendas de alquiler de coches en los bajos-...
Este color es su marca. Como en el futuro serán los hoteles termales y el esquí. Complejos en los que en lugar de sol y playa se disfrutará de la nieve y los baños relajantes. Ya existen varios balnearios con spa y todo tipo de actividades en las que el agua toma su máximo protagonismo. Pero Bursa quiere más. Y para ello invertirá una ingente cantidad de dinero. Con esta meta, y con la de limpiar su aire, ése que han contaminado los coches de los que ahora vive.

Monday, February 09, 2009

Podría circuito de Estambul quedar fuera de la Fórmula Uno para 2011

Tras los problemas entre la organización de la pista y el presidente de la categoría
El Financiero en línea
Estambul, 8 de febrero.- El circuito de Estambul podría quedar fuera de la temporada de Fórmula Uno a partir de 2011 debido a los problemas entre la organización de la pista y el presidente de la categoría, Bernie Ecclestone.
El mandatario de la máxima categoría del deporte motor señaló que la falta de pago de la renta del circuito obligaría a pensar en otras sedes pese a que el contrato expira dentro de dos años.
Ante esto, Can Guclu, director general de la pista turca, mencionó que se debe llegar a un acuerdo de forma rápida en busca de alargar el contrato para mantener a la ciudad como sede de la Fórmula Uno.
"Tememos que 2011 sea el último año que habrá Fórmula Uno en Estambul. Si queremos que el Gran Premio siga en el calendario, tenemos que empezar a trabajar de inmediato. No podemos empezar a negociar para la carrera el último año de contrato", indicó el directivo al diario local Zaman.
En caso de que el Gran Premio de Estambul quede fuera del calendario de Fórmula Uno, existen tres países interesados en albergar un "gran circo" como Bulgaria, Corea del Sur y Rusia.
En la temporada 2009 que arrancará el próximo mes de marzo, Estambul recibirá la competencia del 5 al 7 de junio. (Con información de Notime